Cada
vez que miro desde la calle mi nueva antena parabólica
se me remueve por dentro una caótica mezcla de
sensaciones distintas y opuestas entre sí, a la
vez que sorprendentemente complementarias. Me hice con
ella en un oscuro bazar oriental de un barrio que casi
nunca visito; y desde entonces esa especie de plato abierto
al cielo me ha suministrado tantos ratos memorables, tantas
emociones y apetencias, que mi modesto televisor dejó
ya de merecer esa malévola denominación
de "caja tonta". Escenas de mil y una realidades
próximas y lejanas animan su pantalla con una vida
plural y variada, ecos de gentes, tierras y épocas
para mí desconocidas se cuelan a diario en mi sala
de estar. Pero la aportación más valiosa
de la antena acaba de visualizarse ahora mismo. No sé
qué clase de canal o frecuencia ha sintonizado,
y puede que sólo sea un ilusorio capricho del destino,
aunque me resisto a aceptarlo. Desde hace unos minutos
aparece en el monitor una película surgida sin
previo aviso ni títulos de crédito. Se titula
"Tu existencia". Es una biografía minuciosa
filmada sin consentimiento del protagonista, a quien conozco
muy bien. Y ya dejo de escribir; estoy viendo mi sexto
cumpleaños. |