Escuchó
una gigantesca explosión y se sintió de
pronto empujado por una fuerza terriblemente poderosa
hacia la pared, contra la que su cuerpo chocó brutalmente
para quedar después tendido en el suelo mientras
todo se llenaba de humo y cascotes, a la vez que se extendía
por toda la estación un intenso olor a pólvora
y sangre quemada. Se encontraba aturdido, y lo único
que escuchaba era un silbido que parecía proceder
del interior de su cabeza. Intentó ponerse en pie,
pero sus piernas no le obedecían; quería
llamar a su mujer, contarle lo que había sucedido,
decirle que estaba bien, que no le había pasado
nada, pero no podía moverse. Nada a su alrededor
se movía. Empezó a sentirse mareado, y su
corazón comenzó a latirle con fuerza dentro
del pecho. Se llevó la mano al bolsillo del pantalón
en busca de su móvil. Tenía que llamar a
su mujer cuanto antes. En ese momento se dio cuenta de
que no podía hacerlo. Donde deberían estar
sus piernas no había nada. |