Narraciones breves
Narraciones breves

 

Guiones
 
La casa vacía
Luis J. de la Fuente
 
 
La casa vacía
ACTO UNICO
Escena única

Una sala no muy grande apenas iluminada por la luz de una farola que entra desde la calle a través de los dos balcones con los que cuenta la estancia, cuyos cristales la suciedad ha formado una pátina gris parduzca que no se ha limpiado en años. Los únicos muebles que vemos en la habitación son siete viejas sillas de madera dispuestas en un amplio semicírculo entorno a un centro imaginario hacia el cual parecen estar enfrentadas. Cada una de las sillas se encuentra iluminada por una fuente de iluminación cenital que las hace destacar de la penumbra en la que se halla sumido el salón. En la pared del fondo de la estancia, ligeramente desplazada hacia la derecha, se encuentra la puerta de acceso a la habitación, desde la cual se barrunta lo que podría ser un pasillo.

Escuchamos cómo alguien introduce la llave en la cerradura de la puerta de la vivienda, cierra ésta tras acceder a la casa y avanza con lentitud y torpeza hacia el salón.

Al traspasar la puerta del salón vemos que se trata de un anciano espigado que parece sufrir algún tipo de demencia cognitiva en estado avanzado. El hombre, que ya habrá cumplido los ochenta, se dirige con lentitud y torpeza hacia el interior del salón. LUIS, al que vemos en zapatillas de casa, pijama y bata corta anudada a la cintura, se detiene frente a las sillas dispuestas en semicírculo y observa éstas con expresión vacía; algo desorientado, se aproxima hacia uno de los balcones, a través del cual dirige una inexpresiva mirada a la calle. Después se sienta en la silla que tiene más próxima. Su ubicación, quizá por situarse de espaldas a los balcones o por cualquier otra razón que se nos escapa, no acaba de convencerle. Luis se levanta y escoge para sentarse la silla situada justo enfrente, la que se encuentra más próxima a la pared derecha de la sala y la última que conforma el semicírculo por uno de sus extremos. El hombre recorre con la mirada las sillas que tiene frente a sí y luego baja la vista. Escuchamos cómo alguien introduce una llave en la cerradura de la puerta de la casa. Luis no se inmuta. Una mujer también anciana, pero ligeramente más joven que Luis, entra en la estancia. Aunque no puede ocultar su procedencia humilde, viste de calle y con la dignidad propia de una persona con cierta clase y cultura. VICTORIA entra en el salón y se coloca tras el respaldo de la silla situada en cuarta posición con respecto a la que ocupa Luis, dejando dos sillas vacías entre ambos. La mujer apoya las manos en el respaldo y se queda mirando a Luis con fijeza. Luis alza la vista y mira a la mujer como si no la reconociera.

VICTORIA
¿Por qué me miras así? ¿Es que no sabes quién soy?

El anciano no hace el menor gesto.

VICTORIA (alzando la voz, airada)
¡Luis, te estoy hablando! ¡Desde luego esto es el colmo! ¿Es que no recuerdas nada? (pausa). Soy Victoria, tu mujer. No creo que cuarenta y nueve años puedan olvidarse tan fácilmente.

Luis baja la mirada hacia sus zapatillas sin prestar atención a la mujer. Victoria resopla, indignada, deja su bolso y su abrigo en la silla que ha escogido aparentemente al azar y sale del salón con ...
[seguir leyendo]
 
 
 
 
Advertencia legal: las narraciones y relatos de Luis de la Fuente y Alberto Garijo están sujetos a copyright. Se emprenderán acciones legales contra cualquier persona que plagie los mismos. Esta actuación se hará extensiva a la publicación de la totalidad, o parte de un texto, fuera o dentro de internet, sin permiso por escrito de su correspondiente autor.