Cuando
nos hayamos marchado vaciarán nuestra casa,
pintarán de blanco sus techos y paredes,
y cambiarán los nombres en el buzón
de la entrada. Cuando nos hayamos ido, cuando nos
vayamos, tirarán nuestras fotografías
a ese camión de basura tan ruidoso que a
veces nos despertaba de madrugada, y será
como si nunca hubiésemos vivido, como si
todos los momentos, buenos y malos, que pasamos
juntos, no hubiesen existido.
Cuando nos hayamos marchado, ese viejo tan huraño
del tercero tal vez se acuerde de nosotros al pasar
por nuestra puerta, y se vea invadido por la angustia
al sentir el tiempo bajando junto a él por
la escalera, y prefiera mirar para otro lado. Y
olvidarnos. Como hizo con sus padres, con su mujer
y con su hermano para soportar la vida en sus ausencias.
Pasaremos todos a formar parte de un invierno eterno
que no dará paso a ninguna primavera. Y el
mundo se irá quedando atrás, como
estas palabras que ahora escribo y que ya están
empezando a ser antiguas.
Cuando nos vayamos, cuando nos hayamos ido, darán
sepultura al mundo nuestro con nosotros. |