No podía coger su equipaje y regresar porque su destino no se encontraba en la distancia. Los amores efímeros que quedaron en suspenso, los amores castos, los repudiados, los amores de una noche, los que a punto estuvieron de cambiar su destino, los que lo cambiaron, aquel amor de Hollywood, dorado y azul de nombre breve y mirada angelical, que millones de hombres hubiesen deseado, y con el que no se atrevió a cruzar el océano, el amor a su compañera de vida que al mal tiempo le obsequiaba buena cara, el amor a sus padres, a sus amigos y a sus pequeños seres alados o cuadrúpedos de almas juguetonas y nobles. No podía coger su equipaje y regresar porque su destino no se encontraba en la distancia, pero viajaría al pasado con su acervo de recuerdos hasta que sus silencios colmados de instantes pletóricos y rostros amados sucumbieran junto a él en el tiempo.