La bacteria salió impelida a toda velocidad del aparato respiratorio de aquel ser creyendo, desde la insignificante perspectiva de su corta existencia, que había sido la causante de ese incuestionable y pavoroso apocalipsis, si bien se trataba tan sólo de un estornudo debido a la inhalación por parte de su anfitrión biológico de un puñado de polvos pica pica que un bromista desaprensivo había diseminado, soplando a través de un canutillo, por el interior del bar.